domingo, 23 de febrero de 2014

Una frontera entre dos mundos.

Puedo entender, que contener a tanta gente en una frontera no sea nada fácil. Puedo entender, que retener tantas necesidades junto a la frontera y a tanta distancia de esta, en sus respectivos países, tampoco sea nada fácil. Puedo entender que retener a tanta gente procedente de guerras y tanta injusticia, molesta. Al margen de las posibles políticas a emplear, dentro y fuera de nuestras fronteras, ojalá se descubran y haya voluntad de solución, podamos algún día recordar lo que fue esto. Lo difícil de entender, es que los cuerpos de seguridad del estado, empleen la fuerza y el miedo para intentar evitar que unas decenas de personas alcancen la costa. Hablamos de personas desprotegidas, al amparo de su decisión de jugarse la vida en unas aguas frías y con muchas sombras. ¿Esas decenas de personas suponían una amenaza nacional? Esas quince personas que se ahogaron, ¿no sabían nadar con flotadores de botellas vacías? o el pánico provocado por los zumbidos de los proyectiles, aún siendo de goma, los hacían retroceder hasta no hacer pié y el cansancio hizo el resto, hundiéndolos irremediablemente hacia la oscuridad. Me hago una pregunta, ¿es este un caso aislado o es una práctica habitual de los cuerpos que defienden nuestras fronteras? O quizás para no ser menos que nadie, ¿quisimos equipararnos a los cuerpos de seguridad de otros países? Puede haber muchas justificaciones a tanta barbaridad... en las guerras siempre hay alguien que considera necesario las masacres, injusticias, persecuciones, violaciones, torturas y asesinatos. Alguien daría esa orden que los soldados deben ejecutar sin hacer preguntas. ¿En verdad era necesario? o era un... ¡vamos a probar a ver que pasa! Posiblemente esas quince vidas, cinco de ellas se quedaron a este lado de la frontera no signifiquen gran cosa para muchos de nosotros, ¡aquellos desconocidos que vienen de otro lado!. Vidas sencillas y desesperadas buscando un no se que... vidas ignoradas por la mayoría de occidentales, pero al fín y al cabo vidas. Para la mayoría de la gente, el argumento a seguir es... ¡pues que se queden en su tierra! ¿Cuanta suerte hay que tener para nacer en cualquier tierra? Nosotros mismos estamos viviendo un éxodo de jóvenes, y no tanto, que tienen que traspasar nuestras fronteras para buscar un trabajo, buscar un futuro. ¿Cual es la diferencia? ¿Donde esta el baremo para medir la moral de lo propio y para medir la moral de lo ajeno?. Por cierto, un artículo de un diario con fecha de hoy dice... "Alemania recibe la mayor oleada de inmigrantes españoles desde los 60". Una nueva tendencia de actitud impregna a Europa en estos últimos meses, ¡aquí no viene nadie!, aunque curiosamente no tienen los mismos reparos con el dinero de los que vienen de fuera, sobretodo si son multimillonarios y lo esconden al fisco. Ojalá los míos puedan tener un futuro dentro de estas fronteras, pero si están obligados a salir para buscarse su futuro que no tengan una bienvenida tan violenta. SALUDOS.

2 comentarios:

  1. Que reflexión tan dura y tan certera. A veces estas noticias nos pasan desapercibidas entre tantas primas de riesgo, políticos corruptos que salen una y otra vez airosos e infantas "lastimeras"... Escarbas y le das prioridad a lo que de verdad importa, lo humano o mejor dicho, a lo inhumano. Me emocioné e indignè al leerlo, felicidades por dedicarle unos minutos a esos valientes que lucharon por sus sueños.

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    1. Gracias a ti, por darte cuenta de que hay cosas tan cerca de nosotros que no vemos por que no tenemos ojos en el cogote.

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