sábado, 15 de febrero de 2014

Hay que pisar mas charcos. ..

¡Eres más feliz que un niño pisando charcos!. De pequeños estábamos deseando que lloviera para enseñarle al mundo nuestras destrezas pisando o saltando charcos. Hace poco - y después de mucho tiempo - me recordaron que fue de aquello. ¿Como no pisar un charco un crío de seis años con botas de agua o cualquier otro tipo de calzado? ¿Como evitar y coartar tanta intensidad de atracción para un crío? Pero... como no, como un padre tampoco puede evitar recriminar la conducta de su hijo al verlo en tan entusiasmada faena acuática. Pregunta obligada, tu es que... ¿ya no te acuerdas?. ¿Cuantas cosas hemos dejado de hacer tal y como las hacíamos de pequeños? No estaría mal, de vez en cuando, pisar charcos. Mirar a los lados, ver que aunque te estén observando vas a hacer algo que no te importa hacer, porque te apetece y lo necesitas, ¡tampoco... haces mal a nadie!. Es una necesidad casi obligada de pasar de vez en cuando de las normas, de las obligaciones, del que dirán, etc... Deberíamos atrevernos, lloviera o no, a pisar los charcos que esta vida nos pone para disfrutar del chapoteo y por que no, también, de la reprimenda que nos haremos después cuando nos recriminemos, ¡si, ya no soy un crío!. Por supuesto se trata de disfrutar uno de sus cosas sin perjudicar a un tercero. Entiendo que eso ya no sería tanto disfrute, nuestra intención no debería ser chapotear un charco para empapar a otra persona. Posiblemente no están los tiempos para pisar muchos charcos, pero entendedme, entre búsqueda de empleo y búsqueda, entre entrevista y entrevista, entre cursillo y cursillo, entre negativa y negativa, nos podemos dar una pausa y atrevernos a pisar ese charco que hace tiempo no pisamos. Días después de que me recordaran lo que se sentía cuando se pisaba un charco de pequeño, pisé un charco. Un día entre semana, se escuchaba de fondo una de esas emisoras de radio en las que solo sale música. Escuché una de esas canciones que hace tiempo no oyes y el deseo irrefrenable de bailar y seguir su ritmo. Puede parecer esto bastante normal para la mayoría, pero estar en tu puesto de trabajo al acecho de compañeros y jefatura, ya no lo es tanto. Aún sabiendo que no era lo más adecuado no me importó exponerme a la mirada de tanta gente, suerte que provocaron más sonrisas que rechazo y pude acabar mi atrevimiento. Por pisar más charcos... ¿solucionarán los problemas de nuestra vida?, posiblemente no, aunque quizás si puedan cambiar la perspectiva de tus problemas y enfocarlos de otra manera. Animo, atrévete a pisar más charcos. SALUDOS.

2 comentarios: